viernes, 1 de mayo de 2015

¡POR FIN LIBRES!

Y cuando esto ocurra, cuando dejemos resonar la libertad, cuando la dejemos resonar desde cada pueblo y cada caserío, desde cada estado y cada ciudad, seremos capaces de apresurar la llegada de ese día cuando todos los hijos de Dios, hombres negros y hombres blancos, judíos y gentiles, protestantes y católicos, serán capaces de unir sus manos y cantar las palabras de un viejo espiritual negro: "¡Por fin somos libres! ¡Por fin somos libres! Gracias a Dios todopoderoso, ¡por fin somos libres!”
Martin Luther King, “I have a dream”.

La libertad, en el siglo y en el lugar en el que vivimos, es concebida (y definida por la propia RAE) como la “facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos”. Si vamos un poco más allá, si concretamos, encontramos acepciones como “facultad que se disfruta en las naciones bien gobernadas de hacer y decir cuanto no se oponga a las leyes ni a las buenas costumbres” y otras que nos hablan de la libertad de expresión, la libertad de culto, la libertad sexual, etc. La libertad es propia del mundo en el que creemos que vivimos y la tenemos incorporada a nuestra rutina. Probablemente si nos preguntasen a alguno de nosotros qué es la libertad, contestaríamos algo parecido, quizás con palabras más bastas. En este país y en todos los países desarrollados, la ley nos la concede y nos la limita, al igual que hace nuestra moral, y, en mi opinión y hablando en términos generales, existir, existe. Sin embargo hay una definición que me ha llamado la atención: “la libertad es el estado o condición de quien no es esclavo”.

Como he dicho antes, en estos tiempos y en este lugar (generalizando), existe la libertad. No voy a entrar en debates de si los gobiernos la limitan en exceso o demasiado poco, ya que ese no es el asunto que quiero tratar. Con esta reflexión, partiendo del simbólico discurso de Martin Luther King y de esta acepción de la RAE de la libertad que me ha llamado tanto la atención, quiero pararme a pensar en la esclavitud, en la esclavitud del siglo XXI.

Según un sondeo de Walk Free, una ONG australiana, la cifra de esclavos asciende a 30 millones, y casi la mitad vive en la India. Son víctimas de la trata en burdeles, de trabajos forzados y de otras formas de explotación. Además de esta escandalosa cifra, el informe indica que "hoy algunos nacen siendo esclavos por herencia, una realidad impactante y dura, particularmente en partes de África occidental y el sur de Asia. Otras víctimas son capturadas o secuestradas antes de ser vendidas o retenidas para su explotación, ya sea a través de un matrimonio, de trabajo no remunerado en botes pesqueros o como trabajadores domésticos. Otros son atraídos con engaños a situaciones de las que no pueden escapar, con falsas promesas de un buen trabajo o educación. Los "dueños" compran, venden, alquilan o regalan a sus esclavos".

Estos datos son alarmantes. Es increíble que haya personas capaces de aprovecharse de derechos fundamentales como la educación para esclavizar a otros, o incluso de negociar con seres humanos como si fuesen objetos, privándoles de su dignidad, pero los hechos están ahí y parece que nadie hace nada para remediarlo. Todos los cambios son lentos, pero no se puede cambiar algo que “colectivamente” se deja de lado. El filósofo Jürgen Habermas dijo en el debate alemán sobre la herencia del fascismo hitleriano que esos momentos terriblemente traumáticos que marcan la historia de un pueblo no se superan simplemente olvidándolos. Creo que al haber hecho de la libertad algo tan rutinario en el mundo occidental, no somos realmente conscientes de que se está privando a tantos millones de personas de lo que, en mi opinión, es la verdadera esencia del ser humano. Un ser humano no es si no goza de la libertad de ser, así que no debemos permitir que se prive a 30 millones de serlo. Paradójicamente, parece que utilizamos nuestra libertad para olvidarnos de la existencia de la esclavitud.
Ojalá llegue el día en que la humanidad realmente pueda gritar: ¡Por fin libres!
C.B.E.
FUENTES:

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