No es extraordinario
pensar que los sentidos te engañan; oyes voces cuando nadie te
llama, o ves a un amigo por la calle, le saludas y no es él.
¿Fallos en la percepción sensible, según Descartes?, ¿productos
de la imaginación ajenos a los sentidos? Cómo conocemos y qué es
lo que conocemos: Platón, Aristóteles, Descartes, Racionalismo,
Hume, Kant… Sus pensamientos se oponen, coinciden o se suman,
intentan avanzar, pero parecen no lograrlo.
La realidad es que el
cerebro es el órgano que dirige al resto del cuerpo, da órdenes a
todas las demás partes del organismo sobre qué tiene que hacer, de
manera consciente o no. Controla cómo aprendes y recuerdas, cómo te
mueves, el latido de tu corazón, la respiración; pero ¿y lo que
piensas o sientes?
De forma bastante
esquemática se podría decir que el cerebro se compone de dos
hemisferios: el derecho que controla la parte sensible, las
emociones, y el izquierdo que controla los aspectos biológicos: el
sueño, el hambre, la sed… Se dice que si entrelazas tus manos, la
mano que queda por encima de la otra indica cuál es la parte
dominante de tu cerebro. ¿Y cuál es el problema? Que el hombre no
es una máquina perfecta y cuando los sentimientos intentan dominar
la parte izquierda, la biológica: tu apetito, tu sueño..; y te
pone a prueba físicamente, dejes de percibir tu cuerpo real para
verte reflejado en un cuerpo extraño al que no ves como deseas,
entre otras cosas porque no se corresponde con la realidad.
¿Qué me cabe esperar
ahora que la imagen de mi cuerpo ha quedado supeditada a mi estado
emocional, como un reflejo de la sombra que te persigue y cuya forma
depende de aquello que atormenta al alma? Para algunos de los principales
filósofos el origen de esta “pérdida de conciencia
corporal” podría explicarse debido a:
Platón
consideraría que el conocimiento es reminiscencia: cuando un hombre
nace, su alma contiene todas las ideas que ha conocido en el mundo de
las ideas, pero las ha olvidado temporalmente. Los sentidos le van
proporcionando vagos reflejos de esas ideas que le ayudan a recordar.
Así, por ejemplo, nacemos con la idea del cuerpo ideal, de pequeños
parece no importarnos, pero a medida que tomamos consciencia creamos
una imagen de perfección que intentamos alcanzar.
¿Qué me
cabe esperar ahora que imagen de mi cuerpo ha quedado supeditada a mi
estado emocional,
como un
reflejo de la sombra que te persigue y cuya forma depende de aquello
que atormenta al alma?
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