En
este breve ensayo expondré mi humilde concepción de la felicidad,
tras haber hecho una extensa reflexión al respecto.
Primeramente
he de dejar claro que esto está orientado desde mi punto de vista
agnóstico, por lo que no creo en la inmortalidad del alma del ser
humano.
Actualmente
no hay una concepción única de la felicidad, pero presuponiendo que
universalmente se cree que la felicidad supone algo positivo para el
individuo, algo que agrada, al no tener un alma infinita y al no
poder obtener la felicidad en otra vida, sino solo en esta, desde mi
punto de vista, creo que cada persona, en la vida, ha de intentar
alcanzar su felicidad individual. Digo individual porque, al no haber
una definición única de felicidad, cada individuo tiene una
concepción distinta de la misma, a cada uno le hace feliz una cosa,
por lo que debe intentar llegar a ella. Por ejemplo como Descartes
decía: “aplicar mi vida entera al cultivo de la razón y por ello
de la felicidad”. Para él la felicidad era el fin último del ser
humano y consideraba que para llegar a ella había que cultivar tu
propia razón, es decir, conseguir el grado sumo de conocimiento,
para él, ampliar conocimiento era llegar a la felicidad. Pero para
otra persona puede que no sea así, otro individuo puede considerar
que su felicidad es acumular bienes y riqueza, si es su modo para
alcanzar su felicidad, adelante, que llegue a ello, eso sí, siempre y
cuando no explote a otras personas evitando así que estas alcancen a
su felicidad. Nadie ni nada debe determinar lo que haga feliz a cada
individuo, aunque desgraciadamente esto sucede (este punto lo
concluiremos más adelante).
Considero
así que todas las formas de entender la felicidad son válidas, ya
que provocan un buen paso del individuo por este mundo. Todas las
felicidades lo son, menos un grupo selecto de ellas: las que no
permiten a otros individuos llegar a su felicidad. Por ejemplo, el
nazismo, que intenta conseguir una “raza” (va entre comillas
porque solo hay una especie y es la especie humana) que ellos
consideran perfecta, su fin es conseguir dicha “raza”, eso es lo
que les hace felices. Pero esto no se puede permitir, ya que llegar a
esa sociedad que quieren crear supondría privar a otros individuos
de llegar a su felicidad.
En
cuanto a la sociedad, en mi humilde opinión, y junto a la de otros
filósofos como Rousseau o Kant, considero que esta debe estar
estructurada para permitir que todos sus individuos alcancen su
propia felicidad, además de ofrecer a todos los individuos un camino
para llegar a su felicidad individual. La sociedad no debe determinar
la toma de decisión del individuo de lo que le hace feliz, aunque, en
ciertos casos, la sociedad orienta a algunos individuos a encontrar
un fin en la vida que les haga felices y por el que luchar, pero
desgraciadamente, la sociedad actual, modifica o infiere muy
fuertemente en el fin de muchas personas, cosa que se debería
reformar; por ejemplo, ciertas personas toman como referencia de vida
algún famoso o el cantante de turno y su felicidad es llegar a tener
esa vida, eso es respetable porque, como ya he dicho, todas las formas
de concebir la felicidad son válidas, pero no considero justo que la
sociedad influya tanto dentro del individuo determinándole sus
objetivos de vida y determinándole su felicidad. La toma de decisión
de lo que haga feliz a cada uno tiene que ser racional y en la
medida de lo posible no determinada, aunque todo este determinado de
una manera u otra, tanto directa como indirectamente, tema en el cual
no profundizaré en este ensayo.
En
conclusión, considero que todo ser humano ha de organizar su vida
en torno a lo que considere que le haga feliz, siempre y cuando no se
interponga en la felicidad ajena.
Una
persona en busca de su felicidad
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