miércoles, 3 de junio de 2015

¿Quiénes somos, hacia dónde vamos y cómo pensamos?

Casualidades de la vida lo que iba a haber sido un breve poema de reflexión sobre el pensamiento de Nietzsche ha acabado por ser un suma de distintas curiosidades. Pretendía presentar dos referencias, en formatos diferentes, de dos de los últimos autores vistos, buscando en internet alguna imagen que expresara el circustancialismo de Ortega y, al escribir el siguiente poema, creado por mí, compartir una reflexión sobre Nietzsche. Sin embargo, acabé encontrando un artículo acerca de un libro de Ortega, La Rebelión de las masas, considerado como “uno de los textos fundamentales del pensamiento político europeo del siglo XX” en el que Mariano Nava Contreras explica su impresión acerca de la obra de Ortega haciendo mención a la tragedia griega, como Nietzsche en su pensamiento. Además este artículo me recordó a un autor que no hemos estudiado, Montaigne, del s. XV, con el que he intentado relacionar el pensamiento de Ortega, del s. XX. Los tres autores me plantearon la duda acerca de dónde nace nuestro pensamiento, si pensamos por nosotros mismos o estamos totalmente invadidos por el pensamiento social.

Mi poema sobre Nietzsche:
Queremos ser quienes nunca seremos,
Vivimos en la Tierra reclamando el cielo,
Temiendo a la muerte,
Sin saber lo que queremos.
No nos gusta este mundo
¿Habrá otro en otro lado?
¿Debemos aprender a vivir de este lado?
¿Llegará el Filósofo con las respuestas que esperamos?
¿Seguiremos siendo corderos de rebaño,
esperando de otros lo que está en nuestras manos?

Esta breve invención propia me llevó a pensar que en la obra de Ortega citada, La Rebelión de las masas, se mantenía el mismo problema, que la sociedad se ha convertido en una sociedad de masas, según refiere Nava Contreras: “El volumen, que recoge una serie de artículos aparecidos desde 1926 en la revista "El Sol" de Madrid, advierte de un peligro formidable que se cierne sobre la cultura: el ascenso al poder de lo que Ortega llama el "hombre-masa". El hombre-masa compone la "sociedad-masa", que surge gracias a la estabilidad y la comodidad garantizadas por el estado de bienestar. Masa, pues, "será aquel que no se valora a sí mismo", el que se siente "como todo el mundo", y por tanto "no se angustia, sino que se siente a salvo al saberse idéntico a los demás". La sociedad-masa se contrapone a "la minoría selecta", aquellos que "se exigen a sí mismos más que los demás, así no logren cumplir sus propias exigencias superiores". El peligro surge de la llegada al poder de la masa, de los peores, cuyo conformismo puede conducir a un estado de inamovilidad y mediocridad generalizadas”.

Según el autor de este artículo acerca de tal obra de Ortega, este problema se daría en la actualidad de manera que “Uno de los libros más inteligentes del siglo XX tenía que ser también uno de los más incomprendidos. Pronto fue leído en clave política, malinterpretándolo y empobreciéndolo. Mientras los marxistas vieron en él una crítica de la lucha de clases, identificando al hombre-masa con el proletariado, otros vieron aquí un prejuicio contra el acceso del ciudadano común a las comodidades del capitalismo. Pocos advirtieron que La rebelión de las masas, a pesar de ser un libro profundamente político, excede con mucho lo político, pues el hombre-masa es, más que una clase social, un estado psicológico. El hombre-masa no es otro que el idiotés, ese ciudadano conforme y egoísta al que tanto despreciaban Platón y Aristóteles cuando criticaban el populismo de Pericles”.

La relación con la tragedia griega dice explica así: existen ciertas mentes clarividentes son capaces de anticipar con lo que ocurrirá, se adelantan a los acontecimientos y advierten de los peligros que se ciernen. Solo que la sociedad no les hace caso o no puede ver estos peligros, o no quiere, porque tenía que vivirlos. Algunos han llamado a esto la "maldición de Casandra", la princesa troyana a la que Apolo castigó dándole el don de la adivinación, pero también haciendo que nadie creyera sus profecías. Casandra fue de las pocas que predijo el fin de Troya a causa de la trampa del caballo, así como la única que vaticinó la muerte de Agamenón a manos de su mujer, pero nadie le creyó y no pudo evitar estas tragedias. Como podremos imaginar, estas personas sufren demasiado, o por lo menos deben sentirse muy frustradas. Por eso algunos dicen que los pensadores y los artistas (también algunos economistas) son, como esos adivinos a los que nadie les cree, una suerte de mártires intelectuales, víctimas de su propio don y de su propia inteligencia”.

Algo que también supo ver Montaigne, cómo la mitología suple el lugar de la razón, cuando ésta nos falta, siendo un saber que se heredaba como experiencia.



Al estudiar a Ortega vimos que su objetivo filosófico era salvar a España del retraso respecto de Europa, y con ella su cultura, bien pues MONTAIGNE, filósofo y literato del s. XV, ya anticipó que las sociedades se convertían en rebaños de pensamiento y se dio cuenta la facilidad con la que la sociedad admite cada nuevo pensamiento filosófico de forma dogmática, por ello, su escepticismo es la duda en la verdad de cada teoría, una crítica a este fácil dogmatismo causante del fanatismo y las guerra de la Europa de su siglo, pero que se podría aplicar a Ortega, Nietzsche y la actualidad. Para Montaigne la base de la vida sería, el arte más grande de todos es “seguir siendo uno mismo”, rester soi-même, idea que mantuvo toda su vida, desde la que podemos establecer un símil con el rechazo a la moral de rebaños de Nietzsche y con el circustancialismo de Ortega, en tanto que el yo, conformado en y por su contexto, no se desdibuja en él, sino que es un ser activo, que se hace transformando su propia circunstancia (“Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo.”)
En fin, una reflexión sobre si somos originales o lo que otros quieren, si es eso lo que queremos en nuestro futuro y un planteamiento sobre nuestra forma de pensar propio o una más.
 A.
LAS FUENTES CONSULTADAS:
·Apuntes de clase y Enciclopedia del Estudiante de Santillana.